MBA. Hellen Ruiz Hidalgo

Comunicadora Estratégica 
Observatorio de Comercio Exterior (OCEX)
Vicerrectoría de Investigación - Universidad Estatal a Distancia (UNED)


Introducción.
Sin tener una fecha precisa de su inicio, por lo menos a partir del comienzo de este siglo, el panorama internacional ha estado en un proceso geopolítico de transformación. Entre sus aristas se encuentra, sin duda, la disminución relativa del peso de las grandes potencias que dominaron el escenario comercial de post-guerra y post-guerra fría, el surgimiento de actores nacionales de territorios extensos y numerosa población, pero que, hasta hace muy poco, han ocupado un espacio de menor relevancia.

En 1980, Antoine W. Van Agtmael, un economista que trabajaba para la Corporación Financiera Internacional del Banco Mundial acuñó el término “emergente” que dio inicio a varios conceptos relacionados, como “mercados emergentes” o, más tarde, “países emergentes”. El nacimiento de ese concepto, fundamentalmente orientado a la inversión financiera, se adelantaba, de hecho, 10 años a la globalización y 20 años al surgimiento propiamente dicho de estos países. A comienzos de este siglo, Van Agtmael hablaba ya de “El Siglo de los Mercados Emergentes”. Muchos países emergentes parecen haber tomado la decisión de ingresar y mostrar su presencia en el mayor número de espacios de política internacional. (Maihold y Villamar, 2016)

Este tipo de mercados-países han ido saliendo de la esfera meramente financiera o comercial y han entrado en procesos de asociación geopolítica con el objetivo expreso de participar con mayor fuerza en la gobernanza de la economía mundial (Haibin, Niu, 2012). Su expresión asociativa más característica son los países llamados actualmente BRICS+, acrónimo asociativo de Brasil, Rusia, India, Sudáfrica y varios países más (el “+” se refiere a los nuevos miembros de Oriente Medio y Norte de África: Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos). Con estas nuevas adhesiones, los BRICS+ ya representan más del 45% de la población mundial y su PIB colectivo (PPA), constituye actualmente una parte mayor del PIB mundial que los países del G7, 36% vs 30% (Takushi, Christian, 2023).

Los países BRICS+ se sitúan entre los países considerados “desarrollados” y los “subdesarrollados” y tienen en común una o varias de ciertas características distintivas (Salama, Pierre. 2014):

  • Extenso territorio. con abundancia de recursos naturales y extractivos;
  • Alto volumen de población, combinado con altos niveles de pobreza y baja renta per-cápita;
  • apertura económica al comercio y a la Inversión Extranjera Directa (IED) que busca eficiencia;
  • potencial de crecimiento de su consumo interno;
  • mayor índice de crecimiento económico anual que el promedio de los países desarrollados;
  • Vulnerabilidad monetaria, dependiente de la necesidad de defender la competitividad de sus exportaciones, incluso con manipulación monetaria de su tasa de cambio;
  • Clase media reducida, lo que frena el desarrollo tecnológico propio, crea desigualdades en el reparto de la riqueza, que deriva en alta inestabilidad política potencial.

Esta cápsula busca ofrecer información panorámica de los BRICS+, pero no en sus aspectos económicos o comerciales, sino en su voluntad de participación activa y decisoria en la gobernanza de la economía mundial. Desde este ángulo, los BRICS+ serán abordados dentro del contexto de un cambio de época marcada, entre otras cosas, por cambios en el peso relativo de los países que rigen la gobernanza geopolítica mundial. Esa regencia ha sido dominada, desde 1975, por los países del G7, bajo liderazgo estadounidense. Los BRICS+ se manifiestan como un desafío al control del G7 de los organismos multilaterales que rigen la economía mundial. Los BRICS+ plantean un movimiento hacia un multilateralismo sin hegemonías.

Es por eso, que esta cápsula comienza con el planteamiento de la formación de la gobernanza mundial, a partir de los Acuerdos de Bretton Woods, como antecedentes de la exposición de los BRICS+.

Antecedentes. 2001 – El anacronismo económico del G7: Bretton Woods

Entre el 1 y el 22 de julio de 1944, en el marco de las recién fundadas Naciones Unidas, fue convocada una conferencia económica y financiera internacional en Bretton Woods, New Hampshire, Estados Unidos. Se buscaba crear un sistema mundial económico y financiero estable. El resultado de esa conferencia fueron los así llamados “Acuerdos de Bretton Woods”, en los que se crearon las principales instituciones económicas, comerciales y financieras que rigen la economía mundial: el GATT, Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional (Marín Sánchez, 2011). Sus objetivos eran establecer un sistema económico y financiero multilateral estable que rigiera a todos los países en la post-guerra. De esa manera, se ha podido asegurar el libre comercio, promover el crecimiento económico, prevenir las crisis financieras y resguardar a los países del proteccionismo que condicionó, en parte, el desencadenamiento de las dos grandes guerras mundiales. Una de las premisas del funcionamiento de esas instituciones y de la economía internacional fue la creación del patrón-dólar norteamericano. Ese sistema obligaba a los países del Fondo Monetario Internacional (FMI) a mantener un tipo de cambio fijo respecto al dólar, al banco central estadounidense a respaldar su divisa con el oro y a entregar de sus reservas en oro, una onza por cada $35 dólares que se quisieran convertir.

La ruptura del Patrón-Dólar. En los años 70 del siglo anterior se produjo una crisis financiera mundial y los Estados Unidos no pudieron mantener la misma tasa de convertibilidad de su moneda por el oro. Como resultado, Richard Nixon, presidente entonces de EE.UU. suspendió este régimen monetario, el 15 de agosto de 1971 y, desde 1973, en los mercados de divisas, se permitió que los países tengan libre flotación de sus monedas. Desde ese momento, las monedas nacionales no tienen por qué estar ancladas a un tipo de cambio fijo y los bancos centrales tampoco están obligados a vincular su política a mantener una paridad concreta. Es el nacimiento de las políticas monetarias nacionales, propiamente dichas. Eso creó una situación nueva, con alta posibilidad de volatilidad que podría conducir a condiciones internacionales altamente peligrosas (Duque, 2014).

Es decir, a partir de la flotación que decidieran de su tipo de cambio, los países podrían bajar los costos nacionales de sus productos, promover así sus exportaciones e inhibir sus importaciones. Es el manejo de su competitividad por la vía de la manipulación de sus monedas, mejorando su balanza comercial y afectando la balanza comercial de sus socios, de forma que eso podría conducir, eventualmente, a nuevas formas de guerras comerciales por vía de manipulación de las divisas.

Nacimiento del G7. Los Estados Unidos comprendieron que para evitar eso existía la necesidad de establecer foros permanentes de coordinación financiera, económica y políticatabla conformaciones entre las potencias industriales y comerciales más importantes. Fue así que, en 1975, nació el G7. No es una entidad oficial y formal y, por tanto, carece de autoridad para hacer cumplir los planes que discute o las políticas que recomienda. Es, más bien, una asociación y foro político y económico intergubernamental, conformado por los países acreditados como las mayores economías desarrolladas del mundo y, como tales, las naciones decisivas en el comercio mundial, que en su momento eran: Francia, Alemania, Italia, Japón, Estados Unidos, Reino Unido y Canadá. Los líderes de los gobiernos de estos países se reúnen periódicamente para tratar asuntos económicos y monetarios, ya que su principal objetivo es actuar de forma concertada para enfrentar los problemas mundiales, especialmente, las cuestiones económicas. Las resoluciones adoptadas por el G7, al final de cada foro, no son vinculantes, sino meramente orientativas. Su finalidad última es diseñar un plan de acción conjunta con el que dar respuesta a los desafíos. Desde su creación, el G7 ha abordado y llegado a acuerdos sobre crisis financieras, problemas monetarios y temas álgidos del comercio, como la crisis de abastecimiento de petróleo.

El anacronismo del G7. A finales de 2001, Jim O’Neill, uno de los más importantes analistas de Golden Sachs, redactó un informe donde trató de demostrar que la composición del G7 ya no era un foro en el que se pudiera establecer efectivamente una verdadera coordinación significativa de la política económica mundial (O’Neill, 2001). Su argumento era que mientras algunos de los países que integran el G7 realmente no tenían peso mundial, como Italia o Canadá, otros países, que no forman parte del G7, habían adquirido mayor peso, entre tanto, y deberían formar parte de la gobernanza económica mundial central. O’Neill planteaba que los países que formaban el G7 habían quedado con un peso anacrónico y que, por tanto, el foro mundial que conformaban ya no era la expresión apropiada del peso relativo de las naciones y que, como tal, había perdido su habilidad para enfrentar las problemáticas mundiales.

De ahí que propuso una reforma del G7. El hizo una metáfora, dijo que a la pared del G7 había que ponerle mejores ladrillos que los que tiene. Su artículo se llamó: Building Better Global Economic BRICs. Este título era un juego de palabras. Usó la pronunciación la palabra bricks del inglés (Brics), que significa ladrillos, pero en esa onomatopeya introducía, al mismo tiempo una sugerencia: esa pronunciación (BRIC) es también el acrónimo que se deriva de los países Brasil, Rusia, India y China.

BRIC - Un primer intento de aproximación geopolítica: el análisis funcional. La propuesta de reforma del G7 de O’Neill era meramente funcional. Él mostraba que los impactos de las políticas monetarias, económicas y comerciales de Brasil, Rusia, India y China tenían mucho más peso, en la economía global, que las de Italia y Canadá, para poner, como ejemplo, dos países miembros del G7. Por eso, escribía O’Neill, la economía del mundo funcionaría mejor “Si el G7 se convirtiera en un foro en el que se debatiera una verdadera coordinación de la política económica mundial” (op.cit).

Por supuesto que la propuesta de O’Neill jamás fue tomada en consideración, porque el G7 es una agrupación geopolítica, no económica. Sin embargo, sus análisis siguieron haciendo ruido entre los analistas. En 2003, Dominic Wilson y Roopa Purushothaman, también de Golden Sachs, siguiendo el razonamiento de O’Neill, publicaron un análisis titulado Soñando con los BRIC: El rumbo hacia 2050. En ese análisis confirmaban los pronósticos de O’Neill y los llevaban a conclusiones que ellos mismos presentaban como realmente dramáticas: en 2024, decían, los BRIC significarían el 50% del peso económico de todo el G7. En 2039, lo sobrepasarían. Y, sin embargo, el G7, club de occidente y del dominio hegemónico de los Estados Unidos seguiría excluyendo a lo que sería el segmento más grande de la economía mundial. Se trataba del desarrollo de una contradicción geopolítica que debía ser enfrentada.

La continuidad de una idea que se impone. En su artículo, Wilson y Purushothaman decían que los resultados esperados eran impresionantes. Brasil, Rusia, India y China -las economías BRIC de ese momento- estaban camino a convertirse en la mayor fuerza de la economía mundial, en los próximos 50 años. Decían que antes de 30 años, en el G7, solo Estados Unidos y Japón serían fuerzas económicas de peso. Y, sin embargo, se cuestionaban que nada apuntaba a un cambio en la composición del G7, lo que lo hacía abiertamente excluyente y de baja funcionalidad. Desde entonces se multiplicaron los análisis académicos que confirmaban esos reportes de Goldman Sachs. Tenemos que decir que pasaron varios años sin que nada ocurriera.

Un primer intento de aproximación geopolítica. Del análisis económico a la geopolítica. El 20 de septiembre de 2006, Vladimir Putin invitó a los ministros de relaciones exteriores de China, India y Brasil a reunirse informalmente, aprovechando la presencia de los tres en New York, con ocasión de la 61 Asamblea General de las Naciones Unidas. El vocero de la reunión fue, por supuesto el Ministro de Relaciones Exteriores de Rusia Sergei Lavrov. Ahí compartió con la prensa que Putin había concebido la necesidad de buscar alguna forma de institucionalizar la colaboración de esos cuatro países. Los acontecimientos económicos internacionales reforzarían esa iniciativa. Al año siguiente, en 2007, el PIB de China sobrepasó al de Alemania. En 2008, Brasil, China y los países petroleros establecieron un fondo común soberano, como vehículo para invertir los excesos de capital.}

La crisis económica mundial acelera los procesos. La crisis financiera de 2008 significó un verdadero boom para los grandes países emergentes. En el punto más bajo de la crisis, en 2009, India alcanzó la mayor tasa de crecimiento de su historia, casi 10%. En esos momentos, las condiciones estaban maduras para asumir una línea colectiva de política internacional. El 16 de junio de 2009, Brasil, India y China responden a la convocatoria de Rusia en Ekaterimburgo, para crear un nuevo foro mundial: el BRIC.

Al año siguiente, se adhirió Sudáfrica, añadiendo, en 2010, la letra S al acrónimo, que quedó como BRICS. Con la incorporación de Sudáfrica, los BRICS cubren el 30 % del territorio del planeta y el 42% de la población mundial. En 2023 los BRICS respondían por más del 23 % del producto interior bruto mundial (PIB) y por el 18% del comercio internacional. (Takushi, 2023) enfatiza la velocidad y lo asombroso del surgimiento de los países BRICS: “El auge de China-Rusia-India-Brasil-Sudáfrica es absolutamente asombroso. En el año 2000, estas cinco naciones del BRICS apenas representaban el 18% del PIB mundial, frente al 47% del G7. Este año, los BRICS alcanzan el 32,1% frente al 31,4% del G7 (PPA)”.

En su mismo nacimiento, estos países aparecen contestatarios (Radulescua, 2014). Ahí advierten, por primera vez desde la caída del muro de Berlín, la necesidad internacional def grafico line espanol construir, "un orden mundial multipolar más democrático y justo, basado en el Estado de Derecho internacional, la igualdad, el respeto mutuo, la cooperación, la acción coordinada y la toma colectiva de decisiones en donde se tomarán realmente en cuenta los intereses de todos los Estados" (Declaración de Ekaterinburgo, 2009).

El peso del liderazgo geopolítico de China. Esos son los países BRICS. Así Nació su coordinación internacional. Pero, aunque el primer paso de la iniciativa, en sí misma, fue producto del impulso de la dirigencia política rusa, el peso determinante de sus procesos ha estado determinado por el liderazgo de China, que se ha esmerado en ofrecer un tipo horizontal y no vertical de conducción.

Mucho antes de los BRICS, desde comienzos de siglo y aún antes de su ingreso a la Organización Mundial de Comercio (OMC), China había ido comprendiendo la necesidad de contrarrestar, eventualmente, el peso arbitrario que ejerce el G7 y cómo eso sólo sería posible por medio de la colaboración Sur-Sur y el reforzamiento de las capacidades económicas de los países del Sur-Global. Primero actuó China en Asia central, con la Organización de Cooperación de Shanghai, creada por iniciativa China en 2001, donde también estaba Rusia. Después fue el Foro China-África, también conocido como FOCA. Por eso, cuando apareció la iniciativa rusa de la formación de los BRIC, China asumió con entusiasmo y se puso rápidamente a la cabeza. En 2012, arrancó la Iniciativa de la Franja y la Ruta, también conocida como la Nueva Ruta de la Seda, centrada en cooperación, financiamiento y desarrollo de infraestructuras. En ese mismo sentido se crea la inmensa red de bancos de desarrollo de China, donde están el China Development Bank, el China-Africa Development Bank, el China Construction Bank; el Eximpor-Import Bank of China y el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura. A esa red financiera se suma el Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS y el Acuerdo de Reservas de Contingencia.

En algún momento, antes de comienzos de siglo, China comenzó a discutir en diferentes foros lo que se dio en llamar el Consenso de Pekín o Consenso de Beijing, como un modelo de desarrollo en contraposición al neoliberalismo del Consenso de Washington (Fanjul, 2009). De esa manera, tanto por su peso comercial, como por el éxito de sus políticas económicas y por la cada vez mayor claridad de sus posiciones en el seno de los BRICS, orientadas a la creación de un orden internacional multipolar, se puede decir que China es la fuerza política, ideológica y económica que ejerce liderazgo en el foro de los BRICS (Yağci, 2016).

El concepto del Sur-Global. Los BRICS han venido a darle una expresión orgánica y geopolítica a todos los países que se engloban en el concepto de Sur Global. Éste nos remite a una conceptualización de países que gana cada vez más notoriedad en el mundo. Se trata de un conjunto de países geográfica y culturalmente heterogéneos, pero que comparten elementos históricos, políticos y económicos comunes (Jiagui, 2020). En el concepto de Sur Global se identifican países que padecieron históricamente procesos de colonización, no tienen realmente peso definitorio en la política internacional y aspiran a un crecimiento económico que les permita aumentar su participación en la distribución de la riqueza del mundo.

Se trata de una realidad geopolítica emergente (Pelfini, 2015) que se vincula con viejos conceptos contrastados, utilizados por las ciencias sociales y también por la política, como: centro/periferia; norte/sur; oriente/occidente; desarrollo/subdesarrollo. Incluso, esta referencia incluye países desarrollados/subdesarrollados (o, eufemísticamente, “en desarrollo”. También existen referencias a las alineaciones geopolíticas de la época de la guerra fría, como países alineados/no alineados.

Lo nuevo de su comprensión como Sur Global es su referencia a un mundo que a la vez que es globalizado es también segmentado entre los países que más se benefician de la globalización y los países que sienten que su participación en el sistema del mundo los deja atrás, en desarrollo humano y bienestar social. Se trata de una comprensión colectiva de malestares distributivos demostrables, que son expresión de una realidad mundial polarizada, como Norte Global, en su segmento dominante, y Sur Global, como el sector de países de realidades contrastadas y aspiracionales, que antes eran denominadas “Tercer Mundo”. Los BRICS vienen a ofrecer un camino alternativo y abierto y, como tales, se convierten en vectores con liderazgo en el Sur-Global (Sahay, 2023).

En la siguiente cápsula se explicará más específicamente el nacimiento y evolución de los BRICS, su evolución a partir de sus cumbres, la situación actual y las controversias y perspectivas que se plantean.

Referencias