MBA. HELLEN RUIZ HIDALGO
COMUNICADORA ESTRATÉGICA /OCEX
Lizette Brenes Bonilla, Vicerrectora de investigación de la UNED inauguró este evento con las siguientes palabras: "este debate nos indicará lo que hemos hecho, lo que nos falta abordar, la forma en que podemos analizar integralmente todos los componentes que afectan las finanzas públicas". La Dra. Brenes indicó que la contracción económica mundial afecta fuertemente nuestro país porque más del 60% del PIB está vinculado con comercio exterior.
Por otro lado, señala la Dra. Brenes tenemos un gasto público rígido en el que la mayor parte del presupuesto tiene partidas ya asignadas, dejando poco margen para la inversión, dado los aportes ya comprometidos con salud, educación, salarios, pensiones y pago de deuda.
Nuestro país de no hacer nada tendría que enfrentar el siguiente panorama:
- Llegaría con déficit del 10% del PIB en cinco años. Ya el 25% de todo nuestro gasto se dedica a la atención de la deuda. Y esta atención corresponde a más del 40% de nuestros ingresos.
- El Estado costarricense financia con deuda más del 45% de sus gastos y sólo así puede atender sus obligaciones. Esto pone una pesada carga sobre nuestra Hacienda Pública y sobre toda nuestra economía.
- El endeudamiento público aumenta cada año la proporción de los ingresos del Estado que van directamente al servicio de la deuda y como los intereses de la deuda están vinculados con nuestra calificación de riesgo, cuando renegociamos los pagos aumenta el riesgo de pagar mayores intereses.
- Ese sería un nivel inmanejable porque para cumplir nuestras obligaciones tenemos y tendríamos que recurrir a continuo endeudamiento.
- Nada ejemplifica con mayor drama esta situación que contemplar como las negociaciones del FEES terminaron con una masiva propuesta de endeudamiento público con el Banco Mundial.
- No queremos pasar de ser la Suiza centroamericana a convertirnos en la Grecia de Centroamérica, porque somos el único país centroamericano que no ha podido resolver sus problemas fiscales. Todos los demás países de Centroamérica han logrado consenso político para hacer sus reformas fiscales.
El debate de hoy nos indicará lo que hemos hecho y lo que nos ha faltado para poder abordar con éxito de forma integral todos los componentes que afectan las finanzas públicas: control de la evasión, la contención racional del gasto público, incremento de los ingresos fiscales. Finalizó indicando que los prestigiosos protagonistas de nuestra hacienda pública que nos acompañan, junto a académicos de renombre, nos dirán lo bueno, lo malo y lo feo del camino que hemos recorrido, los tropiezos que hemos tenido y los desafíos que nos aguardan.
En el siguiente link encontrará el artículo de opinión de la Dra. Lizette Brenes, titulado: "Cuando el mundo suena", publicado en el periódico La Nación.
http://www.nacion.com/2012-07-22/Opinion/cuando-el-mundo-suena-.aspx
Carlos Vargas Duran es el actual Director General de Tributación, profesor de la maestría de Derecho Económico del SEP-UNED y ha laborado para el Ministerio de Hacienda durante 14 años, colaborando en el estudio y diseño de propuestas de modificación al sistema tributario costarricense.
El especialista manifestó que el reto país es satisfacer las necesidades y expectativas que la sociedad tiene. Costa Rica, dijo, tiene que asumir el financiamiento de la educación, seguridad, justicia, salud, protección social; entre otros gastos o inversiones a las que, según el experto, no se pude renunciar.
Nuestro compañero en estas aulas, eminente especialista en derecho tributario, nos muestra el valioso aporte que está haciendo la dirección de tributación directa en materia de evasión y la importancia de construir, en el país, una cultura tributaria, que no existe.
"El reto es cómo se acomete la encrucijada de la sostenibilidad fiscal para financiar de manera adecuada y en el largo plazo la actividad del gobierno. Lo que significa que esto se debe llevar a cabo desde dos bases principales: el gasto y el ingreso", aseguró el jerarca de Tributación.
En el siguiente link encontrará su presentación brindada. (Ver PPT)
Para lograr la gobernabilidad, argumentó, se necesita sostenibilidad fiscal, legitimidad y buen gobierno y este, implica la buena gestión administrativa para lograr credibilidad, la cual, según él, contribuye de manera principal a la sostenibilidad fiscal.
Le compartimos su presentación en el siguiente link. (Ver PPT)
Guillermo Zúñiga, Economista, Catedrático universitario, Ex Ministro de Hacienda de la Administración Arias, es actualmente Gerente General del Banco Crédito Agrícola de Cartago (BANCREDITO).
Don Guillermo, conocedor profundo no sólo de la problemática fiscal sino también del carácter errático de nuestra clase política, entendió aumentar la proporción de ingresos fiscales de Costa Rica en un plan por etapas, en varias batallas sucesivas y a eso dedicó mucho de su gestión.
El Dr. Zúñiga nos indicó en su ponencia que “El establecimiento de un nuevo pacto social para el país, es la salida para mejorar la situación nacional, que desde su perspectiva, debe incluir un nuevo pacto social del país para asegurar cubrir las expectativas y necesidades del país.
Señala don Guillermo que vivimos en un sistema de capitalismo global, donde la política económica consiste en la acción del Estado sobre la economía reorientando la distribución de excedentes socialmente producidos. Cada inicio de año inicia con un 100 por ciento de recursos y al final del año finalizamos con un 110 o 115%. Esta diferencia con la finalizamos es el “excedente económico”. La discusión sobre la fórmula de apropiación de esos 110 constituye la política fiscal. La política económica es el instrumento de reparto.
Planteado el concepto teórico, vamos a la práctica. Hemos creado una sociedad de derechos y le damos a la educación un 8%, pero la pregunta, en tiempos de crisis, es de donde se saca el dinero. La gran pugna para el 2014 será como financiaremos ese 8% del PIB para educación. Hemos creado una expectativa que no será fácil cumplir.
Los planes de gobierno deberían ser “sagrados”, porque si no estaríamos prostituyendo el proceso democrático de la elección, generando descontento en la población. Existe una disociación entre la capacidad real que tiene el Estado en concepto de carga tributaria y su capacidad para llenar la expectativa que tiene la gente.
El problema es muy simple: para tener una sociedad con buenas carreteras, buena seguridad, maestros de primera y bien remunerados, universidades solventes y la infraestructura que el país necesita se requiere una carga mínima del 18%. De otra manera, le vamos a exigir al Estado, pero no le estamos dando los recursos con una carga del 13.5% del PIB, que es insuficiente. La discusión de fondo es quién va a pagar la diferencia.
Este es un tema de fondo, que pasa por alinear las voluntades y es un tema menos económico que de visión colectiva sobre lo esencial. Es una tarea de liderazgo: convencer a la gente para que entienda el sentido de este camino, que estén dispuestos al sacrificio de que se establezcan mecanismos de medición y que entiendan las consecuencias del actuar incorrecto.
Concluye don Guillermo con el mensaje de que nos ha faltado un pacto social sobre el financiamiento del componente social del país. Esto costará mucho por la desconfianza de la ciudadanía, pero siempre existen instrumentos como referéndums para llegar a acuerdos en como reconstruir este país.
Velia Govaere Vicarioli, abogada con especialidad en derecho comercial internacional, se desempeñó como Viceministra de Economía, Industria y Comercio (MEIC) en la Administración Arias y ha sido consultora del BID, de la USAID y de la OEA. Ha trabajado diseñando políticas públicas en comercio exterior para Centroamérica y el Caribe. Catedrática de la UNED, actualmente, Coordina la maestría de Derecho Económico y es la Directora del Observatorio de Comercio Exterior (OCEX) de la UNED, finalizó el evento con las siguientes conclusiones:
“En nombre del equipo multidisciplinario que organizó este evento, agradezco la participación de tan distinguidos expositores en este debate académico sobre el tema más decisivo de la sostenibilidad de nuestro sistema político.
Hemos escuchado, en sus intervenciones, un reflejo de la frustración nacional que vivimos. Estamos claros que el problema que abordamos no es asunto de una administración sino un problema sistémico que se ha ido posponiendo, con el paso del tiempo agravando, con medidas paliativas que salvan el día, pero no resuelven el problema de fondo.
De todas las exposiciones se deriva que los costarricenses seguimos teniendo los mismos sueños, las mismas aspiraciones de desarrollo económico, el mismo ideal ético de un crecimiento de la mano de la equidad social. Pero, y he aquí el dilema, y en esto todos los expositores coinciden, ni nuestro sistema político, ni nuestra cultura ciudadana, ni la calidad de nuestra democracia se han puesto a la altura de los peligros que nos acechan. Ese es todo el sentido de la importancia de este diálogo, donde la academia busca abrir un espacio que construya los consensos que nos faltan.
Yo quisiera enfatizar que otra vez volvemos a tener, en América Latina, una excepcionalidad nacional. Pero esta vez no nos podemos sentir orgullosos de ella. Tenemos el déficit fiscal más alto de América Latina y a diferencia de nuestros hermanos centroamericanos que lograron consolidar serias reformas tributarias nosotros, en cambio, no sólo hemos fracasado en la tarea, sino que, además, tenemos la más baja carga tributaria de Centroamérica. Ya lo escuchamos de nuestros expositores que pusieron los dedos en las llagas: los ingresos fiscales cubren apenas el 55% de los gastos del Estado. El resto, o sea, el 45% de los gastos del Estado se cubren con endeudamiento. Y a eso hay que añadir la rigidez de las obligaciones presupuestarias. Entre educación, salud y seguridad gastamos más del 80% del presupuesto.
Yo quisiera recalcar el entorno histórico en que enfrentamos los problemas de sostenibilidad fiscal. Me refiero al preocupante entorno internacional. El signo de los tiempos nos advierte ahora que si no estamos dispuestos a aceptar los costos que implica una fiscalidad sostenible, no sólo no podremos alcanzar nuestras aspiraciones, sino que no podríamos mantener el modelo solidario que nos ha caracterizado y, ¡Cuidado que nuestros sueños se conviertan en pesadillas!
Nuestras discusiones de sostenibilidad fiscal ocurren dentro del más difícil de los escenarios nacionales e internacionales. Pocas veces se ha planteado una situación de tanta insatisfacción ciudadana en la escala nacional y de tanta incertidumbre en los mercados internacionales.
La crisis europea plantea desde hace ya 3 años una amenaza global que se sostiene como espada de Damocles sobre la economía internacional. Estados Unidos pasa de estancamiento a un suave despegue que es apenas tan leve, que no genera tranquilidad a la economía mundial. En los países del sur europeo, en Japón y en los mismos Estados Unidos, es decir, en una proporción enorme del mundo desarrollado, la desproporción de la deuda pública con relación al PIB de esos países, se ha convertido en un problema que los sistemas políticos se han visto incapaces de resolver. El tema del endeudamiento público desproporcionado es uno de los elementos que más marcan los tiempos que vivimos, y otro tema también crucial y ligado al primero, son las dificultades que tienen los sistemas políticos para tomar a tiempo las decisiones correctas.
Estamos echando por la borda todas las condiciones que rodearon nuestro desarrollo como nación. Costa Rica no tuvo ventajas comparativas con el resto de nuestros hermanos países centroamericanos. Las condiciones de nuestro entorno fueron similares, e incluso peores, que las que rodearon el desenvolvimiento de otros países del Istmo. La diferencia la puso nuestra cultura política. Nosotros tuvimos el valor de cruzar a la calle de enfrente y, junto al contrario político, al lado del que piensa diferente, construimos un consenso colectivo que ha sido la esencia misma de nuestra tradición republicana. Eso es lo que se llama hacer las cosas “a lo tico”. Aunque también a lo tico significa patear el tarro hacia adelante. De lo que se trata entonces es de echar mano a lo mejor que tenemos y tal vez dejar de ser campeones en la competencia de “nadadito de perro”, que también nos gusta tanto.
Sin el impulso que supone para Costa Rica una estable demanda internacional de productos, nuestros problemas fiscales encaran una realidad que no puede esconderse detrás de los coyunturales excelentes ingresos hacendarios por vía de exportaciones. Todo lo contrario, el creciente fortalecimiento del colón, coloca obstáculos adicionales a ese tradicional “mejor ministro de Hacienda” que es una buena cosecha exportadora.
Claramente vivimos una época que apunta hacia la necesidad de un cambio de paradigmas de buen gobierno. Sin embargo, y esa es la gran cuestión, este conversatorio encuentra todo su sentido porque también en el ambiente nacional tenemos cuestionada la capacidad de nuestro sistema político para construir, a tiempo y en la medida apropiada, los difíciles consensos que son necesarios para evitar cambios precipitados. No se trata sólo de tomar el camino correcto, sino de hacerlo oportunamente, cuando todavía hay tiempo para evitar una crisis política, económica y social, como no la hemos conocido desde hace 30 años. Y que nadie me llame “Casandra”.
Circula entre la población la idea de que nuestra sostenibilidad fiscal depende de una mayor contención del gasto público y una recaudación que enfrente con eficacia la evasión. Esos son elementos indispensables, sin duda alguna, pero claramente insuficientes. De sobra se escucha que queremos las prestaciones sociales y la inversión que tiene Suecia, pero queremos tener esos beneficios con una carga tributaria menor que la de Guatemala. Eso simplemente no es sostenible.
Por eso, a la hora de acentuar la contención del gasto público tenemos que respondernos a la más grave pregunta: ¿Dónde se va a comenzar a recortar el pastel presupuestario? Ahí tenemos las grandes necesidades de superación de las brechas sociales en competencia directa con las necesidades de inversión para el crecimiento económico. La educación se encuentra en la bisectriz de ambos propósitos, porque es al mismo tiempo factor de movilidad social, por excelencia, y elemento decisivo también de inversión en la competitividad nacional. Solamente con un préstamo internacional se pudieron solventar, en el 2011, las demandas de inversión educativa del FEES. En la siguiente negociación. ¿Qué expectativas esperan las universidades estatales si las arcas públicas no han encontrado forma de volverse sostenibles?
Por otra parte, y digámoslo con todas sus letras, en la palestra también se encuentra el cuestionamiento de la calidad del sistema político que pagamos todos los contribuyentes. Algo huele mal en Dinamarca cuando un sala cuartazo detiene todo el sistema de compras en línea del Estado y así, de golpe, se interrumpe el sistema que asegura la transparencia y el funcionamiento de más del 80% de todas las compras estatales, incluyendo las de las universidades públicas.
La coyuntura que vivimos también nos enfrentó a la más grave crisis financiera de la Caja Costarricense de Seguro Social y nos advierte de la crisis financiera del ICE que tiene el más severo déficit financiero de su historia.
¿Y qué decir de la Banca de Desarrollo, con la parálisis casi completa de la mayor parte de los fondos previstos para financiamiento de capital de riesgo y para las Pymes? Pero, no hablemos de los subsidios al arroz, que representa el 22% de la ingesta calórica del costarricense y es la proporción más alta de gastos de la bolsa de las familias que están por debajo de la línea de la pobreza. Un tribunal se arroga la competencia de decidir cual es el precio que pagan los costarricenses, contra la opinión del MEIC, organismo competente de la regulación de precios. No importa que eso ponga al país en peligro de recibir una sanción por incumplimiento de obligaciones ante la comunidad internacional. Es decir, estamos hablando del tema de buena gobernanza y también es criterio ciudadano que la población no tendría tanta reticencia a aumentos impositivos si el desempeño del sistema político tuviera mejor calidad, fuera más transparente y funcionara con mayor rendición de cuentas.
Definitivamente el tema de este conversatorio, donde van de la mano sostenibilidad fiscal y buena gobernanza son los capítulos más cruciales de los próximos diez años. Ellos definirán si seremos capaces de construir el país al que aspiramos.”
Cobertura periodística de este evento por periódico ACONTECER. Leer más...