Los detalles de la investigación fueron expuestos por el señor Ernesto Stein, economista del Banco Interamericano de Desarrollo, quien inició advirtiendo que América Latina ha venido quedando rezagada en productividad, en comparación a otros países, como los, así llamados, “tigres asiáticos”. La razón, según detalla Stein, es la aplicación de políticas industriales distintas. Mientras que en los años 60 y 70 los países asiáticos implementaron políticas industriales enfocadas hacia afuera, nuestros países implementaron políticas de desarrollo industrial, aislados de la competencia internacional, con base en intervencionismo estatal e inversiones públicas, atrayendo inversión extranjera con protección arancelaria de la producción nacional, que produjeron pobres resultados. En la década de los años 90, América Latina giró al otro lado del péndulo, abriéndose hacia el mundo, pero cesando las actividades del Estado en la promoción de la industrialización, lo que tuvo como resultado el abandono de toda política industrial.
Según explicó Ernesto Stein, hoy los países latinoamericanos buscan implementar políticas industriales con enfoques novedosos, que coexisten, sin embargo, con resabios de las viejas políticas intervencionistas y proteccionistas de Estado.
Así por ejemplo, Costa Rica implementa una política arrocera proteccionista, con altos aranceles, que se traduce en transferencias de recursos del más amplio sector de consumidores a un pequeñísimo grupo de productores protegidos (no más de cinco grandes empresas arroceras), con el resultado de un estancamiento y hasta retroceso de la productividad (ver V.Govaere: “Mucho ruido y pocas nueces”).
La experiencia costarricense contrasta con las políticas arroceras desarrolladas, por ejemplo, en Argentina, donde los productores, para competir, lucharon por poner un impuesto común a su producción que destinaron a la investigación para desarrollar una nueva variedad de arroz. El apoyo del gobierno local consistió en la imposición de ese impuesto consensuado entre todos, para evitar el “free ride”, y el instituto de tecnología agropecuaria del país recibió los fondos conseguidos por ese impuesta, con lo que pudo iniciar una investigación, cuyos resultados se han traducido en un formidable aumento de la productividad del productor de arroz argentino y, por consiguiente, en un mejoramiento de la competitividad del arroz argentino.
Estas experiencias muestran una evolución de la productividad de dos sectores que han aplicado políticas diametralmente opuestas: una política de protección en respuesta al lobby arrocero, mientras que en Argentina, una política de bienes públicos donde el Estado apoya la coordinación entre productores con un impuesto consensuado para la investigación.
El libro ofrece un marco conceptual para que los gobiernos puedan distinguir entre este tipo de políticas, aplicando aquellas que mejoran la productividad de las economías. Este marco inicia con tres evaluaciones que deben realizar los responsables de políticas públicas: las pruebas de las fallas del mercado, para tomar decisiones que las resuelvan; las pruebas de diseño, donde se debe preguntar si la propuesta de política pública efectivamente resuelve las fallas del mercado identificadas, y la prueba de las instituciones para decidir si las instituciones existentes pueden realmente llevar a cabo dichas políticas adecuadamente.
Asimismo, Stein mencionó que se debe distinguir entre dos dimensiones. Una dimensión según el alcance de las políticas industriales, que comprenden las llamadas políticas horizontales, que no discriminan entre sectores y las llamadas de políticas verticales, que atienden sectores específicos. Otra dimensión se determina según el tipo de políticas, que pueden ser de otorgamiento de insumos públicos o políticas de intervenciones de mercado. (Accesar aquí a la presentación del Sr. Stein)
Así por ejemplo, en 1985 Costa Rica aplicó una política vertical de intervención del mercado del sector turismo a través de incentivos, que rápidamente se transformó en 1992 en una exitosa política de insumos públicos, como la marca No Artificial Ingredients o los certificados de turismo sostenible.
Tras la exposición de Ernesto Stein, el señor Gustavo Crespi, del BID, se refirió a la experiencia de la política de innovación en América Latina, caracterizada por ser una región que invierte poco en I+D: 0,7% del PIB si se toma en cuenta a Brasil y 0,4% si dejamos de lado a Brasil; pero que además se caracteriza por ser una región donde entre el 70% y el 80% de esta inversión es realizada por el sector público.
Ante esta realidad, donde las empresas no están invirtiendo en innovación, por más que sea una inversión rentable, existen espacios de intervención de las políticas públicas, que fomenten la inversión privada. Gustavo Crespi vuelve al tema de los test que debe realizar los diseñadores de políticas públicas: tres pruebas que el libro sugiere: identificar fallas del mercado, pruebas de diseño e identificación de las instituciones adecuadas.
Según detalló Crespi, buen ejemplo de una política de insumos públicos horizontales para la innovación es una política de defensa de la competencia, una intervención de mercado horizontal es un subsidio a la innovación para I+D, un ejemplo de política vertical de insumos públicos son los centros tecnológicos sectoriales, una política de innovación de intervención de mercado vertical son las exoneraciones impositivas a la industria del software.
Gustavo Crespi explicó el conjunto de herramientas e incentivos que plantea la investigación: los incentivos fiscales para la innovación, cuyo objetivo es aumentar la inversión del sector privado en innovación y cuyo punto central es la empresa como productora de conocimiento; y los programas de extensión tecnológica, cuyo objetivo consiste en estimular a las empresas para que adopten tecnologías existentes o mejoren el uso de las mismas, y cuyo punto central es la empresa como usuaria del conocimiento. (Accesar aquí a la presentación del Sr. Gustavo Crespi)
Tras la exposición de Gustavo Crespi se abrió un espacio de debate moderado por el señor Ricardo Monge, Director Ejecutivo de CAATEC; con la participación de la señora Velia Govaere, coordinadora del OCEX y representante del CPC y el señor Alberto Trejos, profesor de Economía en el INCAE.
Al respecto, Velia Govaere se refirió a la necesidad de fortalecer la institucionalidad para la efectiva aplicación de las políticas públicas, en el marco del proyecto de creación de la Agencia Nacional de Fomento Productivo, Innovación y Valor Agregado (FOMPRODUCE). Asimismo, Govaere comparó la experiencia de fomento productivo al sector arrocero en el caso argentino y costarricense, como prácticas opuestas de buena política productiva y de una mala política proteccionista. Por su parte, Alberto Trejos indicó, cómo el libro nos incentiva para implementar políticas de productividad, aprendiendo las lecciones de fracasos que América Latina ya ha vivido en la década de los 60 y 70, cuando la implementación las políticas productivas no alcanzaron los resultados prometidos.
La publicación: ¿Cómo repensar el desarrollo productivo? DESARROLLO EN LAS AMÉRICAS POLÍTICAS E INSTITUCIONES SÓLIDAS PARA LA TRANSFORMACIÓN ECONÓMICA puede ser accesada en la siguiente dirección:
https://publications.iadb.org/bitstream/handle/11319/6634/%C2%BFC%C3%B3mo
%20repensar%20el%20desarrollo%20productivo%3f%20Pol%C3%
ADticas%20e%20instituciones%20s%C3%B3lidas%20para%20la%20transformaci%
C3%B3n%20econ%C3%B3mica.pdf?sequence=1