Primera etapa: la fundación de la UNED
La producción de materiales didácticos escritos en la UNED puede rastrearse hasta los comienzos de la Universidad cuando, en agosto de 1977, dio inicio la edición de los libros de texto de los cinco cursos del Ciclo Básico.
Los once textos del Ciclo Básico, compuestos por dos unidades didácticas de tres créditos y nueve fascículos de uno, estuvieron a cargo de Santiago Manzanal, el primer coordinador de UNDI (Unidades Didácticas), quien, junto con los jerarcas Enrique Góngora y Chester Zelaya, fungió como productor académico ad interim. Posteriormente, en 1978, se les unió Anabelle Ruiz.
De esta primera fase, surgieron documentos tan importantes para la UNED como el Contrato de elaboración de unidades didácticas, el Reglamento de selección de autores y el Instructivo metodológico, primer documento guía para los autores de la Universidad.
Segunda etapa: inicio del trabajo de unidades didácticas
Tras el éxito inicial de las unidades del Ciclo Básico, empezó la “segunda etapa” en la historia de los materiales didácticos, la cual inició en marzo de 1978 con la solicitud de sesenta unidades didácticas destinadas a las recién abiertas carreras de la UNED.
Fue en esta época cuando ingresó la primera generación “oficial” de productores académicos, entre quienes se contaron Víctor Flury, Luis Bernal Montes de Oca, Sonia Mayela Rodríguez, Adela Aguilar, Juan Velit y Stella Delolme; esta última, se convirtió en la segunda coordinadora de UNDI.
Aunque este ingreso consolidó a UNDI, debido el volumen de trabajo y la incorporación de la Oficina de Audiovisuales (AUDI) al sistema de producción, se pensó conveniente otorgarle grado de dirección, pero con funciones distintas tanto para la dirección general, como para las coordinaciones de unidades didácticas y de audiovisuales.
Fue entonces cuando se creó la Dirección de Producción Académica (DPA) el 1 de agosto de 1979, hoy Dirección de Producción de Materiales Didácticos, siendo el Dr. Celedonio Ramírez el primer jerarca en ocupar la jefatura.
Tercera etapa: crecimiento
El crecimiento en el sistema de producción de materiales comenzó a demandar más personal humano e infraestructura. Por ello, la DPA se trasladó temporalmente al segundo piso del edificio “Alpino” –ubicado a un costado del edificio de los Tribunales de Justicia, en San José– hasta que, en 1981, se inauguró el Edificio A de la Sede Central de la UNED, donde se mantiene hasta la fecha.
Adicionalmente, en cuanto al capital humano, en esta “tercera etapa” se incorporó la segunda generación de productores, entre ellos: Johanna Meza, Yolanda Dávila, Emilia Fonseca Tortós, Elizabeth Muñoz, Nicolás Barja, Gonzalo Aguilar, Mirta Díaz, Noemí Coto, Alejandra Cruz, Myriam Bustos, Francisco Quesada y Eliécer Venegas. En este período se elaboró el primer Manual del productor académico, que incluyó una explicación teórico-pedagógica del proceso de producción de materiales impresos.
La llegada de esta segunda generación significó que, por primera vez, UNDI contó con un amplio cuadro multidisciplinario de profesionales, lo cual elevó notablemente la calidad de las producciones, en cuanto al contenido, al contar con editores especializados en diferentes campos.
Naturalmente, una mayor carga de trabajo provocó la necesidad de mayor apoyo administrativo; consecuentemente, también fue creciendo el personal de apoyo y a Julieta Esquivel, la primera secretaria de la Oficina de Unidades Didácticas, se le unieron en esta época Carmen Dodero, Maritza Guardia, Enid Pineda (quien después se convertiría en productora), Grace Williams y Rocío Zúñiga.
Cuarta etapa: organización
La tercera generación de productores, lo cual podría ubicarse entre 1981 y 1995, estuvo compuesta, a diferencia de las anteriores, por funcionarios y ex jerarcas formados, en su mayoría, dentro del propio seno de la UNED como, por ejemplo, Óscar Aguilar Bulgarelli, Álvaro Avilés, Ana Miriam Calvo (†), Carlos Luis Fallas Monge, Ronald García, Miguel González Castañón, Alfredo González Vázquez, Carlos Hernández, Gerardo Jiménez, Ana Láscaris-Comneno Slepuhin, Carlos Montero González, Juan Lozano (†) , Olga Marta Murillo, Antonio Monclús, Cristina D’Alton y Flor Arroyo, entre otros.
Esta tendencia se mantuvo hasta 1995 cuando, siendo Gerardo Jiménez coordinador de UNDI, y ante la alta rotación de productores debido a su salida por pensión o empleos en otras instituciones, se procuró contratar otra vez personal externo que estuviera interesado en hacer carrera como productor académico.
A esta “cuarta generación” pertenecieron productores como Óscar Alvarado Vega, Rose Mary Hernández, Alejandro Jaén Rojas, Florencio Magallón, Carlos Marín, Julián Monge-Nájera, Dagoberto Núñez, Enrique Villalobos, Alí Víquez Jiménez, Consuelo Vargas y Teresita Zamora, por ejemplo. En esa época, como asistentes administrativas, se integrarían a la dependencia en esta época Rosemary Mungía y Lavinia Cordero.
Entre los años 1998 y 2000, la Oficina de Unidades Didácticas, que ya había cambiado su nombre a Promai hacía algunos años, se consolidó como Programa de Producción de Materiales Impresos, al aparecer las otras tres dependencias que, junto con Audiovisuales, componen en la actualidad la Dirección de Producción de Materiales Didácticos (DPMD): Aprendizaje en Línea (PAL), Producción Electrónico Multimedial (PEM) y Videoconferencia y Audiográfica (VAU).
A partir del año 2000, siempre en busca de un equilibrio con el perfil del personal, nuevamente aprovecha el potencial humano de la UNED, por lo que se sumaron a Promai tanto profesionales de carrera unediana, como venidos de otras instituciones. Ellos marcarían el inicio de la “quinta generación” de productores académicos.
Para el año 2009, Promai cambia de nombre nuevamente, esta vez, a Promade: Programa de Producción de Material Didáctico Escrito; con la idea de reconocer, por un lado, la tradición de producción didáctica de los textos elaborados y, por otro, el cambio en el soporte de los textos, pues ahora el material impreso se acompaña también de textos digitales y libros electrónicos. Asimismo, los productores pasaron a llamarse editores académicos, para estar así en concordancia con la nomenclatura internacional
Quinta etapa: el futuro
Actualmente, por política de la DPMD, se aspira a que tanto la “quinta generación” –como próximas venideras– se compongan de profesionales multidisciplinarios, con dos o más carreras y posgrados en áreas distintas a su formación básica, por lo que se ha procurado reunir personal con dicho perfil, con el fin de continuar siempre preparados para enfrentar los retos de un mundo cada vez más complejo, globalizado e interconectado.
Además, el personal recibe constante capacitación en áreas como las relacionadas con las TIC y la producción de materiales.